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¡Ya no puedo más!, Perdona y libérate

Perdona y libérate, mujer sin cadenas

Nadie puede negar que todos en algún momento nos cansamos… nos cansamos de esperar una respuesta, nos cansamos de los problemas que la vida conlleva, nos cansamos de que nadie reconozca nuestros logros… nos cansamos de vivir. Por dentro, nuestra vocecita interior grita: ¡Ya no puedo más!

Sentirnos cansados hasta cierto punto es normal. El cansancio se produce cuando realizamos un esfuerzo físico, mental o emocional. Es una respuesta normal de nuestro cuerpo, que nos dice que es necesario detenernos un momento para recuperar energía.

Pero, ¿qué pasa cuando este cansancio es constante? Nos indica que estamos enfermos, que nuestro nivel espiritual está bajo.

¿Sientes que ya no eres el mismo, que ya no puedes más? No todo está perdido. Tal vez es una señal del Universo, de la vida, de Dios o de quien decidas creer, para que nos transformemos a nivel espiritual y personal.

Primero, debes entender que debes recuperar los hábitos que te fortalecen. Al principio será muy difícil si el cansancio esta presente, pero debes obligarte. Comienza por cosas que te den tranquilidad, puedes hacer yoga o algún tipo de meditación.

Segundo, pregúntate ¿Por qué razón realizas tus actividades diarias? ¿cuál es propósito que quieres cumplir? ¿cuál es tu objetivo? Muchas veces nos centramos en servir a los demás, en complacer a otros y nos olvidamos de nosotros mismos. Hacemos las cosas solo porque tenemos que hacerlas, las hacemos de manera mecánica, sin un objetivo. Para recuperar tu rumbo, haz un examen de conciencia, reencuéntrate contigo. La meditación te ayudará mucho. Incluso puedes hacer una lista con todo lo que se te venga a la mente y así encontrará tu verdadero propósito, tu verdadero ser.

Tercero, reconoce que tus fuerzas provienen de la unión con tu cuerpo y alma. Reconoce que hay un poder supremo que está más allá de nosotros, y que es ahí donde debemos llegar. Abre tu mente. Para hacerlo aprende a escuchar o cuando se presente una situación complicada, trata de pensar cómo alguien más lo solucionaría. Con esto recuperarás aquella comunión que tenías con la vida, contigo misma o mismo.

Durante este camino a recorrer, serán varias la veces que pienses no puedo, que no volverás a ser como antes, pero no te desanimes, es algo normal y siempre podrás volver a ti, a tu espiritualidad.

Antes de terminar este pequeño video, me gustaría dejarte una reflexión, que te ayudará en tiempos de crisis. Se llama “La ranita en la nata”.

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.

Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en una masa espesa como arenas movedizas.

Al principio, las dos ranitas patalearon con fuerza en la nata para llegar al borde del recipiente.

Pero era inútil; sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse.

Sentían que a cada momento era más difícil salir a la superficie y poder respirar.

Una de ellas finalmente dijo en voz alta:

— No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.

Y dicho esto dejó de patalear.

Se hundió con rapidez, fue literalmente tragada por el espeso liquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más dura, se dijo:

— ¡Uf! ¡No hay manera!, nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque sé que se acerca la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.

Y con esta idea, siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.

Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, de tanto agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.

Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó al borde del recipiente. Desde allí, saltó al camino y pudo regresar a casa croando alegremente.

Recuerda que no te afecte el cansancio, haz que tu fuerza del tamaño de tus sueños.